martes, 17 de noviembre de 2009

El largo camino a casa...

Largas caminatas por la helada noche,
Causadas, claro, por ese irracional y sorpresivo sentimiento de soledad.
Son buenas compañeras para un diurno entendimiento sobre la realidad humana.
Me dejo llevar, y camino, y camino, y no hay una sola persona en el trayecto.
Solo estoy yo, el aire, la luna, el ocasional gato que corre detras de la escurridiza gatita.
El ladrido de un perro que defiende celoso su patrimonio. El inoportuno farol que decide apagarse a mi paso.
Ese sentimiento de calma que me otorga el aceptar mi propia insignificancia.
Y todo parece tan apacible, tan envolvente, tan jodidamente perfecto.
Como si todo estuviera en su lugar, como si en unos años no caminara por la misma calle : Un poco mas viejo, un poco mas solo, un poco mas desamparado.
Como si pudiera ignorar a las hormigas que a mi paso otorgan su vida entera por su comunidad.
Como si no me recordaran nuestra mera existencia..
Y es perfecto. Es tan perfecto.
Parezco por un momento entumirme los pies y entumir mi cabeza.
No puedo pensar en nada mas que en las grietas sobre las que camino.
Deja de existir el tu y yo, el yo, el tu, el ellos, el ellas, nosotros?, ustedes. No hay nada.
Apaciblemente miro las casas, y parecen tan bonitas.
Y ellos parecen haber encontrado un mejor metodo que yo :
Se acuestan, se acurrucan y olvidan que todos nos vamos a morir y nos vamos a morir solos.