miércoles, 12 de enero de 2011

Diario.

Suena la alarma, 7 am. Te levantas y maldices a la vida.
Te vistes en ropas que ya hace tiempo dejaron de encajar, te sientes incomodo.
Engulles algún tipo de alimento para salir del paso, te asquea.
Caminas y el clima nunca es agradable, demasiado caluroso, demasiado frio, demasiado humedo.
Abordas el transporte público y sinceramente, apesta.
Los rostros de las personas te repugnan o entristecen, nunca una sonrisa, nunca un buenos días.
Intentas perderte en la música, pero te resulta ya tan aburrida.
Tal vez leer un poco te haga sentir mejor. Claro, si fuera posible con una gorda sudorosa a tu lado en el bus, que asco.
Te bajas del transporte y caminas lo que parece ser un autentico purgatorio. Pagas tus pecados y sin embargo, vuelves a pecar.
Sorteando las viejas callejas, nadie parece darse cuenta de que existes, incluso parecen atentar contra ti y mas de una vez consideras saltar frente al siguiente autobus que pase frente a ti.
Llegas al lugar de trabajo con mas de una cruz clavada a tus espaldas.
Checas tu entrada y de nuevo a la oficina.
Nunca una sonrisa, nunca un "buenos días".
Darías todo en tu poder por un cigarro o una cerveza.
Y solo tienes un gran puño de nada.
Tomas ordenes de superiores inferiores.
Lees las noticias y te lamentas.
Todos los días te lamentas.
Todos los días.
Todos los días.
Esta vida no es para mi.

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