domingo, 16 de enero de 2011

Quietud.

Si hacemos a un lado nuestro tedio,
nuestra desesperanza
y nuestra falta de empatia.
podemos escuchar al silencio.
Podemos entender el vals del oceano.
El ritmo de la vida.
Los tambores de la muerte.
Cada llanto, cada risa, cada suplica.
Todas parte de un coro infinito.
Un cuerpo cayendo abatido, el tambor de esta orquesta.
Una manada en caza, el ritmo de la grandeza.
La musica esta en todos lados.
En cada esquina, en cada golpe de tecla.
Hay musica en tu mirada.
Hay tristeza en la mia.
Si por un momento cerraramos nuestras horrendas bocazas.
Escuchariamos con gentileza.
Y apreciariamos nuestra eterna sinfonia.
Pero mientras pase eso.
Yo bailo con la muerte la misma triste melodia.

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